Pensamientos de cuarentena



Estamos a fines de abril del año 2020, ya pasó más de un mes desde que inició la cuarentena obligatoria en Argentina para intentar frenar el coronavirus. Estamos viviendo un momento histórico, especialmente para nuestra generación.
Cuando prendemos el televisor o vemos noticias en las redes sociales podemos observar temas variados, todos relacionados con el coronavirus. Todos los días se actualiza el número de casos nuevos positivos, el número de fallecidos y el de recuperados, se explican las medidas de prevención, enseñan cómo lavarse las manos, determinan qué se puede hacer y qué no, se  informa a qué número llamar si se presentan síntomas, en el caso de La Pampa el número es 2954-619130.
Otros conflictos también aparecen en las noticias, el abuso de poder policial, los despidos masivos, amenazas al personal de salud de parte de sus propios vecinos y se ve cómo crece la desesperación de la gente.
También hay noticias buenas, hay gente que ayuda a los que menos tienen, y muchas historias lindas del personal de salud, seguridad y otros rubros que mantienen el país de pie con todo su esfuerzo.
En mi casa cumplimos la cuarentena de la mejor manera posible, pasamos los días en familia. Mi papá empezó a trabajar en la última semana a puertas cerradas en la vidriería, pero igual me da miedo que se contagie, al igual que mi mamá que sale a comprar las cosas necesarias y se expone al tocar plata, los picaportes o al tener contacto con otras personas. Al llegar a casa, desinfectan cada cosa que compran, su ropa y se lavan las manos y muñecas con jabón, tienen los cuidados necesarios. Con mis hermanas nos quedamos en casa y estamos cansadas de hacer tanta tarea.
Mis abuelos viven en Santa Rosa, mis papás se sacaron un permiso para asistirlos por cualquier cosa que necesiten o les pase. Los extraño muchísimo, les hacemos regalos, comidas o cartas para alegrarlos porque están tristes y eso nos parte el alma. Hace mucho tiempo que no los vemos en persona, solo por videollamada o los escuchamos por llamada de voz. Mi otra abuela vive en Toay, a pocas cuadras de casa, entonces podemos charlar aunque a la distancia. Tenemos miedo porque al ser viejitos se pueden contagiar y correr mucho riesgo.
En estas semanas hice cosas que nunca había hecho y aproveché para hacer otras que no podía hacer por falta de tiempo. Estoy remodelando de a poco mi habitación, decorándola para que se vea mejor, estoy muy pegada a una aplicación llamada “Tik Tok”, me entretengo cocinando porque me encanta, me gustaría aprender más y ser un poco más ordenada con todo. Otra actividad que hago hace un tiempo es juntar plásticos en botellas para que nuestro planeta esté mejor. Ahora tengo más tiempo para hacer todas estas cosas.
Esta cuarentena me hace pensar miles de cosas, tanto positivas como negativas, cosas que me gustaría cambiar pero no cómo, hablo mucho conmigo misma. Este año termino el secundario y estaba ilusionada con la bajada, así que espero que todo se mejore para fin de año. Deseo que no haya más infectados y que esto se termine pronto, así podemos reencontrarnos con la familia y amigos, así podemos volver a la vida que antes no valorábamos.
Ana Corrales Aimar


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