Un enemigo invisible, el aislamiento social y una nueva rutina



En Diciembre del 2019 se conoció el primer caso de un nuevo coronavirus causante del “Covid-19”. Poco tiempo después este virus letal arrebató la vida de millones de personas. El virus no tardó en llegar a nuestro país y el 3 de Marzo se confirmó el primer caso de covid-19 en Argentina.
La OMS el 11 de marzo del 2020 declaró una nueva pandemia mundial,  luego de que la enfermedad había llegado a más de 120 países. Rápidamente el Estado argentino tomó varias medidas. Una de esas medidas fue el aislamiento social y preventivo, que afectó de muchas maneras y ocasionó un cambio muy fuerte en la rutina diaria de cada uno de los argentinos. Personalmente mi rutina cambió por completo: mis días se hacen muy largos, el distanciamiento con mi familia muy doloroso. Al colegio no se asiste, por lo tanto los trabajos prácticos se hacen el doble de difícil. La tristeza de no poder ver a los que queremos se hace muy grande, pero no hay otra manera para combatir este “enemigo invisible”.
Así como el virus no tardó en llegar a nuestro país, tampoco tardó en llegar a mi provincia y el 26 de marzo del 2020 se conoció el primer caso de covid-19. Tanto los grupos de WhatsApp como los de cualquier otra red social, se llenaron de preguntas. Una de esas preguntas, y en la que la mayoría de las personas se encontraba a favor, era la de dar a conocer la identidad de la persona contagiada para escracharla.
En solo un par de horas, se conocía todo de esa persona: su identidad, su edad, a dónde y cuándo había viajado. Se conocieron imágenes de su familia con el rostro de una persona señalado con un círculo rojo y con un mensajes que decía algo como “Si usted estuvo en contacto con este hombre, o conoce a alguien que lo haya estado, vaya urgente a una guardia o denúncienlo a la policía”.
Y ahí es donde yo me pregunto: ¿cómo se sentirá esa persona al saber que la escrachan como si fuera un criminal?  ¿Cómo será el estado de su familia frente a esta situación? ¿Qué pensaran al saber que a su familiar lo tratan como criminal y no como una persona enferma?
Pero también me doy  cuenta de lo poco que nos preocupamos por nuestra salud y la salud del otro, porque siempre pensamos que “a nosotros no nos va a pasar”. Por eso mismo debes  cuidarte y cuidar al otro, porque  lo que les pase a los demás puede volver sobre nosotros. Pero tengamos cuidado porque ese “cuidar” no significa acusar, excluir, marginar, despreciar, señalar. Debemos protegernos entre todos sin menospreciar al otro.
Yazmín Loyola



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