Mis días en cuarentena
Yo vivo en Toay, un pueblo de La Pampa en el cual habitan 20.000 habitantes, no son muchos pero tampoco son pocos. La gente aquí es muy buena, se conocen todos con todos, pero este último tiempo ha venido mucha gente de otros lugares y ha crecido mucho.
Ahora ya estamos mucho
más liberados que en mayo, por lo tanto la gente puede salir a trabajar ya, no
como en aquellos meses donde comenzó la pandemia en donde no se podía salir ni
a la esquina.
Cuando el virus llegó a Toay fue
todo muy raro, porque pensábamos que nunca iba a llegar. Fue
todo muy raro porque la gente empezó a atemorizarse y a estar intranquila por
el hecho de que nadie daba el nombre de los contagiados. Igualmente nunca se
supo, porque si se daba a luz no se sabía cómo iba
a reaccionar la gente. Por las redes sociales corrió mucha mala información. Esto llevaba a que digan “fulanito tiene coronavirus, tengan cuidado”. Y resultó
que ese fulanito nunca estuvo contagiado.
Tuve la desgracia de contagiarme
de Covid-19 hace unos días, y he estado muy asustado por el tema de poder
llegar a contagiar a mi familia, ya que, en ella hay varias personas mayores.
Para mí fue difícil estar encerrado un tiempito porque me desconecté de todo,
no podía ver a nadie. Después estuve bastante tranquilo por el hecho de que soy
sano, y sabía que no podía correr riesgo de quedar en un hospital. Hubo algo
que me generó cosas, fue cuando ya me recuperé y pude comenzar a circular.
Sentí que la gente me miraba con cara rara como diciendo “ahí va el que tuvo o
tiene el virus encima” y fue una sensación horrible.
Hoy la sociedad no es la misma
que hace un año atrás, la pandemia cambió muchas cosas. La gente se ha portado
muy bien, en el sentido de que ha respetado y tenido todos los cuidados para no
contagiarse de este virus. Pero a la vez no se ha comportado tan bien, porque
como dije anteriormente, se corrían rumores falsos y tildaban y marginaban a algunos
de irresponsables.
Si una persona se contagia no tenemos que tildarlo de irresponsable porque esta enfermedad llega a nosotros sin darnos cuenta y hay que entender a esa persona. Ella puede padecer temor, culpa, etc. Tildar, señalar o acusar no ayuda a cuidarnos entre nosotros, tampoco va a ayudar a acabar con la pandemia. Al contrario, puede acabar con la buena relación que hay entre todos los habitantes de Toay.
Emiliano Arteaga
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